Los periodistas que no están en los piquetes

A un artículo periodístico no se le puede exigir lo mismo que a una tesis, tesina o trabajo de investigación. Sobre todo en tiempos de titulares espectaculares, diseñados para arañar unos cuantos clicks en la feroz competencia entre medios digitales. Aún así pienso que hay algunos errores y excesos que deben ser respondidos, ya que la prensa hace algunas veces unos retratos de la realidad bastante marcianos; parece que habitan planetas poblados únicamente por los accionistas de su grupo editorial.

Este artículo se titula «Los periodistas que no están en los piquetes» porque la última huelga general del sector periodístico data del año 1919. Ahora que hay una gran preocupación por el abandono de lo material por parte de la izquierda, como reflejaba Esteban Hernández en Los gatopardillos: la izquierda española, Cataluña y el pensamiento mágico, de acuerdo. La crítica a la izquierda por su supuesto abandono de lo material es pertinente y legítima, bien. Pero el papel jugado por los medios y los periodistas también.

Un periodista podría argumentar sobre la dificultad de tratar ciertos temas en los medios debido a la línea editorial de estos. Que hay que contextualizar las críticas, analizar caso a caso y entender que el papel de los periodistas es informar y (cada vez más) opinar en primera persona. Así las cosas, las críticas a la izquierda, así en general, también deberían estar mínimamente contextualizadas.

Si hablamos de la izquierda habría que hace una distinción entre partidos, sindicatos y movientos sociales, aunque los límites entre estos son muy borrosos. Pero si no se hace esa distinción los análisis se verán muy afectados, como en el caso de Cataluña, donde se ignora sistemáticamente la importancia de los movimientos sociales y dónde sólo se analiza la punta del iceberg (partidos políticos, ANC y Ómnium) de un movimiento popular muchísimo más amplio y complejo.

El retrato de brocha gorda de un movimiento supuestamente dirigido por la burguesía catalana  y de corte identitario no explica en absoluto la movilización popular en torno al 1-O o el seguimiento masivo de la huelga general del 3-O convocada por el sindicalismo alternativo y el anarcosindicalismo, y que arrastró por primera vez en la historia de la democracia tanto a la «burguesía catalana» como a CCOO y UGT.

A la hora de hacer un recorrido por la izquierda a vista de pájaro hay que distinguir, insistimos, entre partidos, sindicatos y movimientos sociales. Y qué partidos, sindicatos y movimientos sociales fueron beneficiados de manera sistemática por cada reforma institucional. No se puede juzgar de la misma manera al PSOE, PCE, LCR o la CUP. No tienen nada que ver las siglas históricas de la CNT con una UGT desaparecida durante el franquismo y resucitada con las estructuras de la USO en la Transición, al igual que poco tienen que ver las CCOO como movimiento político con el sindicato de los años 90. No es lo mismo movimientos creados por el PSOE como el MPDL (Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad) que el MOC y la campaña de insumisión.

A los periodistas nunca los vemos en los piquetes. Pero es que no les hemos visto en las huelgas generales, en el movimiento antiglobalización, en las luchas de vivienda, en el NO A LA GUERRA, en el 15M… Cada vez que hay un ERE en un medio o se despide a sindicalistas como en Vozpopuli la mayoría de periodistas se meten debajo de la cama. Debe de ser un fiestón de tanta gente que hay, donde a buen seguro se habla de los buenos viejos tiempos del papel y de los sueldos y condiciones que se disfrutaban en aquella época.

El periodismo estuvo metido debajo de la cama con la reconversión industrial, con las ETTs, con las sucesivas reformas laborales, celebrando Napster… sin ser consciente de que eran simplemente trabajadores cualificados a los que, más tarde o más temprano, el funcionamiento inherente al mercado laboral en tiempos de turbocapitalismo iba a hacerles sufrir las mismas condiciones que al resto de sectores, solo que algo más tarde. Si surgiera un nuevo sindicalismo en el ámbito del periodismo llegaría casi igual de tarde que al sector musical, que aparece con treinta años de retraso respecto de la creación de la Unión de Actores y Actrices.

Los peculiares análisis ad hoc del papel de los sindicatos en Cataluña no resistirían el más mínimo análisis aplicados a la acción sindical de CIG en Galicia, ELA y LAB en Euskal Herria o el SAT en Andalucía. Pero en aras de erosionar lo que se quiere narrar como un simple movimiento identitario, sin ninguna relación con «lo material», ya vale todo. El movimiento popular catalán sería el primer movimiento idealista o romántico del siglo XXI, un nacionalismo-populismo dirigido por las clases más beneficiadas en Cataluña por el capitalismo global. Hasta se le niega la condición de conflicto político, (como ya sucedía cuando se «analizaba» el terrorismo de ETA). El objetivo final de este movimiento burgués nunca está muy claro en esta narración: desde tapar los casos de corrupción del 3% hasta el objetivo secreto de una Cataluña convertida en un paraíso fiscal.

Es una narración poderosa y atractiva, donde todólogos, columnistas, arribistas y equidistantes de nuevo cuño se mueven como pez en el agua. El problema es que es mentira, y lo más triste es que la mayoría lo saben. Como saben que en este país se ha torturado en aras del antiterrorismo y miraron para otro lado, cuando no asintieron con satisfacción. Comos saben cómo son las llamadas devoluciones en caliente y también miran para otro lado, cuando no hablan del «efecto llamada». Como saben, finalmente, qué es lo que sucede si quieres convocar elecciones sindicales en tu empresa. Por eso el sindicalismo no existe en ninguno de los análisis de medios como El Confidencial. El problema, en definitiva, es que la izquierda ya no se preocupa por lo material. Debe de estar muy ocupada en minucias como la Memoria Histórica, una pérdida de tiempo, parece ser.

Acabo, como no, con una cita. Las citas son superiores a mis fuerzas, aunque soy consciente de que son el triste recurso de lo que un autor alemán llama «DJs conceptuales»: al igual que los DJs no crean nada pero hacen disfrutar mucho a la gente con discos ajenos, los DJs conceptuales hacen lo mismo con los libros clásicos de la izquierda y aledaños. Aquí quiero recupera un fragmento del libro de Alec Nove La economía del socialismo factible:

En 1920, Zinóviev pidió a H.G. Wells que le explicase la cuestión irlandesa en términos de clase, pero éste no logró hacerle comprender que existían también otras dimensiones importantes, que todavía a día de hoy hacen que la situación en Irlanda del Norte sea confusa.

La situación en Cataluña es confusa y difícil de explicar, pero sin hablar con las personas implicadas en las movilizaciones populares de Cataluña los periodistas simplemente van a repetir los previsibles lugares comunes de un marco político muy estrecho, que va del carpetovetónico nacionalismo español a un nuevo «ni machismo ni feminismo, igualdad» aplicado al problema de Cataluña.

Me mojo: estoy convencido de que el año que viene Cataluña será independiente. Mientras, una amiga y activista de ahí y yo  seguimos escribiendo conjuntamente un libro sobre nuevo sindicalismo, y suponemos que cuando se publique el tandem extrañará a algunas personas. Esas que no entienden que apoyo mutuo, solidaridad e internacionalismo no son sólo lemas pomposos ya muy manoseados, que también. Son el referente por el que nos guiamos muchísimas personas que intentamos aportar algo al cambio social desde los movimientos sociales más variopintos. A los periodistas que están debajo de la cama tuiteando les diría que salgan, monten una sección sindical en su centro de trabajo. Y empezamos a hablar de condiciones laborales.

Sigo con mi libro. ¿Sabían que las huelgas de solidaridad se prohibieron con una regulación franquista de 1976 que sigue vigente? Pues eso…

 

Acerca de David García Aristegui

David García Aristegui nació en 1974 y es Licenciado en Ciencias Químicas (Bioquímica) por la Universidad Complutense de Madrid. Publicó el libro ¿Por qué Marx no habló de copyright? (Enclave de Libros) en 2014. Destaca entre sus textos el capítulo sobre SGAE en CT o la Cultura de la Transición (DeBolsillo, 2012) o el prólogo para Criminales del copyright (Hoja de Lata, 2014). Ha escrito SGAE: el monopolio en decadencia (Consonni, 2017) juanto a Ainara LeGardon. Colabora con Ciencia para el pueblo, Asamblea Antimilitarista de Madrid y Ser Histórico. Ha vuelto a escribir.
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2 respuestas a Los periodistas que no están en los piquetes

  1. tuconsciencia@gmail.com dijo:

    Eres un hijo de la riqueza que vive enteramente de las regalías de una canción estúpida que tu abuelo escribió. Como tantos niños mimados y ricos, se aferran al marxismo para ocultar su inmenso privilegio. Sabemos de usted y le haremos saber al mundo lo que usted es falso.

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